Por Yazmín Soto
No era un día de clase normal: era un día de tensión por que sería la entrega del examen de matemáticas lo cual para la mayoría de los estudiantes era muy importante.
Antes de que tocara el timbre para entrar a clase ya estaban todos los alumnos en el salón lo cual era raro ya que algunos alumnos llegan tarde. Y no era de esperarse, todos estaban preocupados por su calificación. Ya había pasado la hora de entrada y el maestro no llegaba así que todos se pusieron mas nerviosos que antes, minutos después de la hora de entrada llegó el maestro que atiende la biblioteca de escuela, e indicó que el maestro había tenido un imprevisto y que por eso no podría llegar pero él daría la clase de ese día y que aparte traía los exámenes parciales los cuales entregaría al final de la clase. Estaban tan desesperados que le pidieron por favor al maestro que les diera los exámenes, insistieron tanto que pronto lo convencieron y les entregó los exámenes. Fue diciendo los nombres de los alumnos y cada uno se fue levantando al escuchar su nombre para recibir su tan esperado examen, cada uno reflejó en su reacción el resultado de su calificación. Hubo estudiantes que por felicidad de haber pasado el examen gritaron, brincaron y no dejaron de sonreír hasta que se acabó la clase. Al contrario los que reprobaron mostraban su dolor al no haber pasado. La mayoría con sus celulares o computadoras entraron a PSA para poder calcular su promedio y así darse cuenta si habían pasado la materia de matemáticas, la cual para la mayoría es la más difícil.
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